En los años que llevo como cooperante he implementado varios proyectos de educación. Sin embargo, nunca me enfoqué en la educación de los adultos más allá de los talleres que realizamos en comunidades para cambiar hábitos de alimentación en familias o mejorar prácticas productivas. Ignoré que nuestros esfuerzos por contar con el mejor contenido, expuesto en presentaciones o manuales con más textos que ilustraciones, no serían entendidos por aquellos que jamás fueron a la escuela. El analfabetismo nunca fue una barrera. Pero no porque supiéramos manejarlo, sino porque fue un problema que preferimos ignorar.
Según el Ministerio de Educación, en la actualidad, solo 4 de 10 estudiantes terminan la secundaria. Las personas que no fueron al colegio o solo estudiaron algunos años son casi el 30% de nuestra población. Los esfuerzos del Minedu plasmados en los 845 centros de educación básica alternativa (CEBA) a nivel nacional son insignificantes, considerando que son 9,6 millones de peruanos quienes demandan esta atención.
En el último censo, el INEI reportó que 1’335.106 personas mayores de 15 años no saben leer ni escribir. Esta cifra, sin embargo, solo alude a los analfabetos absolutos, sin considerar a los analfabetos funcionales: aquellas personas que hicieron unos pocos años de primaria y que con el pasar de los años olvidaron lo aprendido.
El analfabetismo en el Perú es un problema que hemos invisibilizado. Si bien existen otros cientos de problemas más urgentes por resolver, el enfoque debería estar en el sector Educación, considerando los resultados de las pruebas ECE, de la evaluación docente o las condiciones dramáticas de la infraestructura de la mayoría de colegios. Aun así, se invierte más en las futuras generaciones y se prescinde del presente. Basta con mirar los planes institucionales de los gobiernos regionales o cualquier instrumento de planificación de las instituciones públicas para evidenciar que no hay actividad o inversión que aluda a la educación de la población adulta.
¿Pero por qué no se intensifica la alfabetización? Increíblemente, según la respuesta del sector, es por falta de demanda. Sin embargo, la gran mayoría de los CEBA están ubicados en las cabeceras de distritos, volviéndolos inaccesibles para la población rural o imposibles de compaginar con la dinámica familiar o de trabajo de las personas adultas por la cantidad de horas presenciales exigidas.
Tomando información del portal Estadística de la Calidad Educativa (Escale), se cuenta con 625 CEBA de gestión pública, a nivel nacional, que prestan el servicio en los ciclos inicial e intermedio (equivalente al nivel primaria de la educación básica regular). Cuentan con 1.672 docentes y atienden a 28.261 personas. En los 24 departamentos, según el censo del 2017, existen cerca de 1,4 millones de peruanos iletrados. Esta cifra demuestra que el esfuerzo del sector solo llega al 2% de la población que demanda educación.
¿Qué se está haciendo por esta gran parte del capital humano que mueve, en el presente, la economía y el desarrollo de nuestra nación? Si se sigue invisibilizando el analfabetismo, le estamos negando el desarrollo a una gran parte de nuestros compatriotas. La Visión País al 2050, anunciada por el presidente, en donde se busca que todos alcancemos nuestro pleno potencial, será imposible si no invertimos en generar soluciones para educar a los adultos desde ahora, comenzando por asegurarles el derecho de aprender a leer y escribir.